La llegada al trono de España de monarcas franceses pronto suscitó recelos en toda Europa y provocó una coalición, dirigida por Inglaterra, contra una completa alianza entre Francia y España que hubiera roto el equilibrio europeo. El Tratado de Utrecht perjudicó territorialmente a España, impidió la unión de un lado y otro de los Pirineos, y limitó las ventajas comerciales de los franceses en América.
Pero ni Francia ni España se conformaron con esta situación, que significaba de hecho reconocer la hegemonía mundial de los británicos, y para evitarlo, las ramas de la dinastía borbónica firmaron tres acuerdos denominados Pactos de Familia
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